Real Federación Española de Natación
31/12/2013 aux 00:00
Tête

Cap.y12: El waterpolo femenino español, oro puro

SERIAL RFEN.- ¡Oro! ¡Oro! ¡Oro! Trece jugadoras en el agua, Miki Oca y todo su staff técnico bañados con pantalón y camisa incluida,… algún móvil que pudo sucumbir al éxtasis colectivo, con 6.000 gargantas enfervorizadas. Este no es el guión de ninguna película. Esto es lo que se vivió el 2 de agosto de 2013 en la piscina Picornell de Barcelona. Del subsuelo de Shanghái (undécimas), al cielo de Londres (plata) y a la estratosfera de Barcelona (oro).
Más de dos décadas ha tardado el waterpolo femenino español en alcanzar una cumbre que hace unos pocos años era realmente inalcanzable. Cuando Jennifer Pareja cogió el primer balón de la final, en ese instante, la gran mayoría de personas que estábamos presenciando esto seguro que pensamos: ¡Esto lo ganamos! No era un presentimiento científico, más bien era un presentimiento visceral, la sensación en toda una piscina de que esta final mundialista España-Australia era histórica y no se podía escapar.
Dicen siempre que las finales no están para jugarlas, están para ganarlas. Pero también es verdad que detrás de muchos triunfos hay un caminar de derrotas que curten, que hacen equipo. Cuando España acabó undécima en Shanghái, la lectura fue que la juventud y la inexperiencia nos había pasado factura. Pero ese grupo siguió junto, creció y llegó al Preolímpico de Trieste con ganas de guerra. Allí la armó y demostró que se podía soñar…
El resto de la historia ya tiene luz y taquígrafos. Campanazo en Londres 2012 con un torneo casi inmaculado, empatando en la primera fase ante Estados Unidos y solo cediendo en la final olímpica ante las estadounidenses –partido que se retransmitió en directo por La1-, con la plata ya asegurada.
La gran prueba de fuego era Barcelona 2013 y España no defraudó. El gran peligro es que la selección de Miki Oca era ya muy conocida, pero en la primera fase se pudo solventar el primer partido ante la campeona olímpica en Pekín, Holanda, por 14-12, en un encuentro difícil de debut en el que se dio la vuelta a un 0-3 inicial.
Rusia fue el siguiente rival, uno de los huesos europeos y mundiales, siempre en las quinielas. En un partido raro, como reconocería después la capitana Jennifer Pareja, España sucumbió por 6-7. Fue un aviso, pero mejor así que en un cruce directo donde un partido espeso te manda a casa. Uzbekistán fue el último rival de la primera fase y se imponía la victoria. Las jugadoras de Miki Oca no dieron opción y el 20-4 final demuestra que este equipo iba lanzado.
El choque de octavos ante Nueva Zelanda se preparó como una final, pero en el agua se demostró con el 18-6 final que las oceánicas están a años luz de las españolas y que este partido servía, y mucho, para enfilar el gran match de cuartos ante Estados Unidos, las campeonas olímpicas.



LA REVANCHA OLÍMPICA

El mejor partido posible en el momento menos adecuado, los cuartos de final. La revancha estaba servida. Eso y una brutal concentración en defensa para evitar ese pequeño hueco por el que USA se coló una y otra vez en la última final olímpica. Aquel 8-3 no respondió a la diferencia real entre ambos y las españolas lo iban a dejar claro en su casa desde el primer minuto.
Con el cien por cien de capacidad en defensa, España ahogó el ataque estadounidense y estuvo muy efectiva en ataque. Estos dos componentes, el hambre local, y la pasión en las gradas hicieron el resto (9-6). “El público nos ha hecho volar”, admitía un eufórico Miki Oca que llegados a este punto, no veía favoritos.
El escollo de semifinales era una alambrada muy espinosa llamada Hungría. Equipo temible, con una defensa al límite y dos o tres jugadoras consideradas entre las mejores del mundo. Ellas no tenían presión alguna y querían tumbar a la anfitriona ante su público. Y bien que se pusieron a ello…
En un encuentro con altibajos, se llegó al tercer cuarto donde un 0-3 de parcial colocó a Hungría con 9-12 a poco más de tres minutos de la finalización del periodo que encendió absolutamente todas las alarmas. La final quedaba muy, muy lejos. Pero llegó ese instante mágico en el que el deporte se convierte en algo más. España apretó los dientes y 6.000 personas se entregaron a la causa. “¡Este partido lo vamos a ganar!” “¡A por ellas!”… los cánticos retumbaban en la Picornell, que se caía por momentos. Especialmente la grada del ataque español.
Y empezó el milagro, la remontada. Primero Maica García, desde el interior, y luego Anni Espar de fuera. Y, mientras, colosal defensa española liderada por Mati Ortiz repeliendo todas las acciones ofensivas magiares. A nadie le cabía el corazón en el pecho. Era tal la atmósfera que a menos de cinco minutos para el final, Laura López ponía el empate a 12 en el marcador. Aquello alcanzaba unos límites de emociones realmente insospechados.



Podía pasar cualquier cosa en el agua. Pero es que estaba en juego nada menos que la final del Mundial de Barcelona 2013. La historia estaba ahí, gol a favor o gol en contra. Cada ataque húngaro era como ir al dentista, algo parecido a un dolor de muelas, y cada ataque español era la esperanza de un público entregado. Y en un uno más, a tres minutos, de nuevo por la derecha Laura López conectaba un directo que noqueaba a las magiares. La pasión ya se desbordaba pero los últimos tres minutos fueron un auténtico acoso y derribo a la portería española. En la última jugada, chut magiar con el reloj casi a cero y entre Laura y el palo alejaban el drama. ¡España había ganado un encuentro casi imposible! Abrazos en el agua con la plata asegurada, y en la grada la locura total.
La final no fue, ni mucho menos, tan emocionante en su desarrollo. Desde el primer minuto España se fue a por el partido y desarboló completamente a Australia. El 8-6 final es un resultado corto para los méritos de unas anfitrionas que se comieron el mundo en la Picornell y cuyo pitido final desató la euforia contenida durante dos semanas de competición. España era campeona del mundo. Todos lo vimos. Podio, medallas de oro y la gran copa de campeonas. La felicidad era tal que la fiesta del waterpolo español se perdió en la noche barcelonesa pero ya se encuentra para siempre en la memoria colectiva de este deporte.

Rodrigo Gil-Sabio (Comunicación RFEN – BCN2013). Fotos: Selección femenina de Waterpolo RFEN / Quintín García ©
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