BACHATAS DESDE FUKUOKA / El festival de carrozas gigantes causa furor en la ciudad
No son exactamente pasos de Semana Santa ni tampoco unas Fallas en espera de la cremación. Sería un término medio. Bueno, me explico bien. Durante la preimera quincena de julio nos hemos encontrado por las calles de Fukuoka una serie de carrozas gigantes que forman parte de un Festival. Un evento al que acuden nada menos que dos millones de personas de todo el país, lo que da una idea de la dimensión de la cosa.
El caso es que cuando llegué al hotel, que estaba metido en un centro comercial con cientos de tiendas, en la planta de abajo había una carroza gigantesca que mediría como unos 12 metros de alto por unos cuatro de ancho. Supongo que la montarían allí mismo en el hall. Luego pensé, “estos tíos la tendrán que desmontar para sacarla porque no cabe por las puertas”. Oye, dicho y hecho. A los dos días había desaparecido la carroza y habían metido en el hall…¡un autobús de línea! Me quedé de una pieza…
Bueno a lo que íbamos, dicho evento se llama Festival Hakata Gion Yamakasa y es originario del siglo XIII. Se desarrolla durante la primera quincena de julio en el céntrico barrio de Hakata aquí en Fukuoka. Tan importante parece que está catalogado como Patrimonio Cultural Inmaterial Importante y uno de los 100 paisajes sonoros de Japón, según recogen algunas webs como Japonpedia.
Consta de dos categorías de carrozas yamakasa: Kakiyama y Kazariyama. Las primeras pesan alrededor de una tonelada y miden unos 5 metros de altura, siendo paseadas a toda velocidad por un enjambre de hombres ataviados con taparrabos, medias negras, y una cinta en la cabeza a los que desde la muchedumbre les echan cubos de agua para refrescarse y que se van alternando como pueden.
Las Kazariyama son el doble de altura y de peso. Ahora solo están de exposición y te las encuentras en una calle, dentro de un centro comercial o en un parque. Dicen que las rebajaron la altura cuando pusieron en la red eléctrica en Fukuoka. Sabia elección, claro, porque entonces sí estaríamos hablando de las Fallas de Valencia.
Durante las dos semanas previas a la carrera, el Festival es un totum revolutum de ofrendas, tradiciones, actos de purificación, pruebas, ajuste de carrozas y un último ensayo general llamado Nagaregaki. Todo ello da paso a la carrera, el día 15, a las 5 de la madrugada -hay menos tráfico, claro- tras la elección de porteadores, siete equipos de otros barrios distintos de Fukuoka -algo así como los Juegos Municipales de Almeida pero a lo bestia- recorren 5 kilómetros con una tonelada de cosas a cuestas a la mayor velocidad posible. En realidad no sabemos muy bien quien gana porque luego eligen al ganador final.
Pero todo esto no es que se lo hayan inventado de repente. Fue un monje budista, llamado Shoichi Kokushi, de los Kokushi de toda la vida, el que con el objetivo de apaciguar la pandemia que azotaba a sus vecinos, se le ocurrió pedir que le hiciesen una plataforma para poder salir a las calles a esparcir agua bendita entre sus vecinos. Y mira, hasta hoy. Pero qué salaos son estos japoneses. Os dejo, que está sonando la alarma, pero no de nuestro despertador, si no de la ciudad.
Hasta luego, bachateros.
El maestro Do Dori Go. Foto: Arriba, carroza del Festival Hakata Gion Yamakasa / Rfen
