BACHATAS DESDE FUKUOKA / La hospitalidad japonesa (omotenashi), una cuestión de Estado
Sí, sí, quizás la palabra sería: excesivo. Hablo del trato, de la hospitalidad de los japoneses con los que vienen de fuera. Por mucho que te lo cuenten, hasta que no lo vives, no ves la dimensión. Es inaudito y aquí te lo voy a contar para inaugurar, en este primer día de competición de los 20th Campeonatos del Mundo Aqua Fukuoka 2023, nuestra sección BACHATAS DESDE FUKUOKA, homenajeando de paso al maestro Juan Luis Guerra y su legendaria canción Bachata en Fukuoka allá por 2013. Síguenos y esperamos hacerte descubrir 'cositas' del Japón (con permiso de nuestra admirada Mayu) que nos estamos encontrando...
Que los japoneses son hospitalarios, ya lo sabíamos, pero que algunos incluso llegan a ser algo enfermizos con la hospitalidad, no tanto. En realidad, tuve mis primeras dudas con esto: los de las aduanas del aeropuerto eran tan intimidantes como los europeos, lo debe dar el cargo o la garita (pensé). Al salir, esperando el transfer, incluso me fijé en una familia japonesa. Deduje que unos abuelos esperaban a su hija con sus pequeños nietos, pero al llegar la abuela no hizo ni un ademán de tocarles, sí en cambio el abuelo, que les tocó el pelo con cariño al 'modo europeo'. En general me pareció bastante fría la acogida, pero lo cierto es que con los extranjeros algunos lugareños se vuelven ‘locos’.
A mi llegada al hotel, un tal Kazuo quería agradar tanto que resultó ciertamete reiterativo cuando a la hora del check-in. Me tuvo dando vueltas, intentaba hablar español sin éxito e incluso me llamó después a la habitación para no sé qué de la acreditación del día siguiente sin mucho sentido. Incluso me regaló- supongo que a todos-, The King Charm, un amuleto derivado del árbol rojo (que debe ser como el madroño del escudo para los atléticos), preparado con el deseo de apoyar a los deportistas acuáticos españoles. Duermo con él, no te digo más. Yo le obsequié con un pin federativo de esos que te pueden sacar de más de un apuro con el del control o con el conductor del autobús (no falla).
Pero todo esto que me ha pasado no es casual, no, tiene un nombre y toda una cultura ancestral detrás: omotenashi (que suele traducirse como hospitalidad japonesa). Esta cultura es toda una filosofía de vida que trata de 'agradar y entretener a los invitados con todo el corazón', es decir, sin esperar nada a cambio (igualito que en Spain). Yo intento hacerlo en casa pero me dura diez minutos, quince a lo sumo, cuando veo la pila de la cocina sin recoger o la habitación de los niños como una leonera.
En Japón hay un refrán muy popular: okyakusama wa kamisama, que significa 'el cliente es Dios'. No hay más preguntas, señoría. Cierto es que cuando llegas a un sitio y te quedas pensativo, de repente te aborda alguien muy discretamente para ver si te puede ayudar. No te dejan tener ni el beneficio de la duda. Y claro, a mí me gusta confundirme también porque es mi confusión, ¡carallo!, como diría aquél. Si es que aquí hasta el inodoro -que daría para otro post- cobra vida y te resulta abrumadoramente hospitalario. Hasta hilo musical tienen algunos. Pues eso, que ir al servicio para un extranjero es toda una aventura que, sin duda, merece la pena.
Hasta la próxima, bachateros.
El maestro Do Dori Go. Foto: Arriba, un gran Welcome de los Mundiales Fukuoka 2023 y abajo el amuleto nipón regalado a la delegación española RFEN (al menos a mi) / Rfen
