HISTORIAS DE BUDA Y PEST / Day3: Madre-deportista, una medalla de bronce de lo más natural
Me ha gustado mucho una frase que he leído que dice que “el amor de una madre es el combustible que hace que el ser humano logre lo imposible”. Trasladado al mundo del deporte, yo diría que “el coraje de una madre es la inspiración para lograr lo que se proponga”. Hoy, en Budapest, hemos vivido nuestro particular ‘Día de la Madre’.
Afortunadamente, nuestro equipo formado por ocho deportistas profesionales (una de ellas madre) ha vuelto a demostrar que desde la naturalidad y el sentido común se alcanzan las más altas cimas. La misma protagonista ha reconocido hoy en todos los medios que estaba muy contenta “a nivel personal porque ha sido mi primera competición siendo mamá”. Y asume que “ha sido un camino bastante difícil y muy exprés para llegar aquí a tope ocho meses después de haber parido, pero estoy muy satisfecha y agradecida a mi seleccionadora y a mi equipo por hacérmelo tan fácil”.
Hoy, me gustaría colgar simbólicamente la 'medalla de oro' en compañerismo, comprensión, normalización y profesionalidad, con letras mayúsculas (incluyendo a todo el staff técnico), a los siguientes deportistas: MERITXELLL MAS PUJADAS, PAULA RAMÍREZ IBÁÑEZ, BERTA FERRERAS SANZ, CECILIA JIMÉNEZ NIETO, SARA SALDAÑA LÓPEZ, BLANCA TOLEDANO LAUT, IRIS TIÓ CASAS, ABRIL CONESA PRIETO, ALISA OZHOGINA OZHOGIN, EMMA GARCÍA GARCÍA, MIREIA HERNÁNDEZ LUNA Y PAU RIBES CULLÁ. Por tantos días sin focos, por sus madres, porque han entendido y asumido el concepto de EQUIPO siempre por delante de su propia y rica individualidad, nada fácil viendo el excepcional palmarés de las más ‘experimentadas’. Con estos mimbres se puede ir por el mundo con la mejor baza de todas: la inquebrantable fuerza de la unión.
Este miércoles, en el agua, el equipo español podía haber sido ‘descalificado’. No, no se asusten, es que en realidad no han sido ocho nadadoras, han sido nueve contando al hijo de la protagonista, que de alguna forma era uno más. Cuando parecía que una medalla olímpica era un reto imposible, ahí estaba su madre; cuando pensaba que nunca sería la mujer con más medallas en la historia de los Mundiales, ahí estaba su madre; cuando pensaba que nunca jamás volvería al alto nivel tras parir, aquí ha estado su madre. Ah, perdonen, se me olvidaba escribir su nombre: ONA CARBONELL BALLESTERO (que el apellido de la madre hoy, más que nunca, es menester pregonarlo).
Rodrigo Gil-Sabio, a orillas del Danubio
