HISTORIAS DE BUDA Y PEST / Day9: El transporte de las estrellas también tiene sus horas punta
En algunos momentos del Campeonato da igual que te llames Kliment Kolesnikov y tengas la mochila llena de oros y récords del Mundo o que seas el 94º de Europa en los 100 libre: hay que esperar el autobús igual. Y el lunes, inicio de la natación, vivimos un atasco absoluto con deportistas y técnicos de más de una treintena de países a las 7 de la tarde buscando su autobús con el cartelito de cada hotel en la dársena del Duna Aréna. Llegó un momento en el que miré a los entrenadores y barruntaba desastre, pero la cosa tuvo arreglo.
Parecía la hora punta en Madrid en un día de huelga del Cercanías. Y menos mal que estamos todos con '3.000 PCRs' hechas porque la distancia social, cuando hay que coger un transporte, brilla totalmente por su ausencia. El problema principal es que esos momentos nos los controlan los staffs técnicos y, obviamente les tensa, porque un recorrido de piscina a hotel para recuperar previo a una final de tarde puede ser algo cómodo y rápido o en cambio un sinuoso infierno. Más de un campeón/campeona ha sufrido esperas en torno a 30/45 minutos (generalmente en los primeros días de ajustes de campeonato donde todo funciona de aquella manera).
También hay factores como los atascos en las grandes ciudades -en las mega urbes asiáticas parece que vas a la playa en vez de a una piscina a competir de lo largo que se te hace-. Eso por no hablar de los extravíos de los conductores o que a veces te dejan en la puerta contraria y tienes que dar toda la vuelta al ‘piscinón’ por la calle llueva o truene. Menos mal que en Budapest estamos bastante cerca en bus del hotel a la piscina. Peo ya se ha perdido uno y es de aquí...
Yo he visto a equipos enteros de sincro o de natación partidos por la mitad en los autobuses, o al mismísimo Michael Phelps en el Mundial de Shanghai 2011 esperando el ‘buho’ a las 10 de la noche junto a otro compañero, dos chinos, un coreano y un servidor. Hombre, que salga yo tarde de la piscina por cerrar la crónica tiene un pase, pero Phleps que nadaba todos los días y prontito... El caso es que hoy en Budapest había un señor que se ha puesto a organizar lo de los autobuses con un chaleco (nada como un reflectante para sentirse el presidente la nación) y mano de santo, oye. Aquí cada media hora tienes la guagua a disposición, y ordenadito todo. Y a buscarte la vida cada día. Un evento así nunca espera por ti, campeón.
Rodrigo Gil-Sabio, a orillas del Danubio
