I SALÓN DE LA FAMA RFEN - MIEMBROS: Martín López-Zubero, el 'tiburón' de la espalda mundial

Tenía la rapidez de una piraña, la elegancia de un delfín y la inteligencia de un tiburón. Era tal su precisión en el agua que por eso dominó la espalda mundial durante dos ciclos olímpicos. En Martín López-Zubero no había cabos sueltos, solo trabajo, precisión y calidad. Sus rivales sabían que durante la carrera podía haber muchas incertidumbres pero también una certeza, la victoria de Zubero.

En 1980, Martín tenía apenas 11 años cuando su hermano mayor David se convertía lejos de casa, en Moscú, en el primer medallista olímpico español en una piscina. Una gesta un tanto ensombrecida para muchos por aquello del boicot estadounidense pero no para su hermano pequeño, que además venía de familia de deportistas.

Su hermano mayor se avanzó el primero hacia el Olimpo con aquel gran hectómetro mariposa en la extinta URSS y su hermana Julia también fue deportista olímpica con España. Y decimos con España porque su padre, el oftalmólogo aragonés José Luis López-Zubero y jugador de baloncesto en el CN Helios de Zaragoza -un club que marcó a Martín en su infancia-, emigró en 1955 a Jacksonville-Florida (EEUU), lugar donde nació Martín el 23 de abril de 1969.

Familia de deportistas, USA, natación... condicionantes idóneos para un chico reservado que a sus 20 años daba el primer zarpazo internacional. Un poquito antes, en sus primeros JJOO de Seúl, en 1988, ya avisaba con su undécimo puesto en los 200 espalda. Pero había diez más rápidos que él. Entonces activó el plan y el reloj de precisión suiza que tenía. Un año más tarde, en Bonn, ‘pelotazo’ español: Martín López-Zubero, campeón de Europa en 100 espalda y quinto en 200 espalda. Había nacido otra figura internacional siguiendo la estela de los Torres, Estela, su propio hermano David y Sergi López. Y además para quedarse.

UN REINADO DE OCHO AÑOS CON PUÑO DE HIERRO (1989-1997)

Tras la catarsis de Bonn, Martín comenzaría un reinado mundial que gobernó durante 8 años con puño de hierro en la espalda hasta 1997. Ni que decir tiene que después de los suculentos títulos de Atenas y Perth, llegó su gran obra maestra con el oro olímpico en Barcelona 92, en las Picornell. En una final ante un público entregado a la causa, paró el reloj en 1.56.57 tras una remontada... ¡que tenía perfectamente calculada tras un primer cien muy lejos del podio! Pero Martín era único, solo entrenaba para ganar porque otra cosa no le merecía la pena. Su mejor recuerdo de aquella gesta, 25 años después en El País, fue “ver a mi padre entre el público. Aunque fue un honor conocer a la Reina, mi padre siempre estuvo ahí, apoyándome”.

El pequeño Zubero tenía una ambición sin límites. Por eso siguió ganando en Sheffiled, y en los Campeonatos del Mundo de Roma, en 1994. Era aburrido para sus rivales, que sabían de su enorme fiabilidad. Una mentalidad heredada de su propio padre y mentor, un hombre peculiar que sufrió las consecuencias de la Guerra Civil, que estuvo en la cárcel, que se alistó de voluntario en Vietnam y que incluso creo una fundación de ayuda sanitaria en países sin recursos ¿Cómo no iba a ser ambicioso su hijo pequeño?

Con los años, la estela se fue apagando y Martín logró su último gran oro en los Campeonatos de Europa de Sevilla 97. Cerraba así el círculo un deportista que ya se sentía “viejo y cansado” y al que no le compensaba perder. Pero aquel nado subacuático y aquella majestuosa patada de delfín del 200 espalda fue algo que nos dio el primer y único campeón olímpico de natación de la historia. Un regalo de familia, los Zubero, que con su líder Martín figura con letras doradas en nuestra memoria para los restos.

Rodrigo Gil-Sabio (Comunicación RFEN). Foto: Martín López-Zubero / Rfen.